jueves, 29 de agosto de 2013

Lo que aprendí en el curso de guión, parte 2.

Otra cosa que aprendí en el curso de guión fue el concepto de rentabilidad, que lo que el guionista escriba tiene que ser un proyecto que además de ser viable, tiene que generar beneficios a las productoras. O en otras palabras, que un guionista en España, tiene que saber de antemano lo que costaría (en valor monetario), llevar su proyecto a la pantalla.
O en otras palabras, en España (como no existe una industria audiovisual), los guionistas estamos obligados a ser contables.
Cuando me enteré de esta problemática, me quedé estupefacto.Me pregunté si Roberto Orci, guionista de Transformers, entre otros, tuvo que enfrentarse a este problema, si Spielberg le rechazaba los primeros borradores porque decía que era demasiado caro...
Pero allí, en Hollywood, al existir una industria del entretenimiento, los guionistas novatos no se enfrentan con este problema. Pueden llenar sus escritos de toda clase de seres fantásticos sin correr el riesgo de que sus guiones sean rechazados porque no parecen rentables.
Es más, en España, un guionista que quiere presentar su proyecto a una productora, tiene que ser él mismo el que se encargue de ello. A diferencia de Hollywood, aquí no existe la figura del representante del guionista, que se encarga de estos asuntos (que por otra parte, tiene su lógica, pues por naturaleza, los guionistas tendemos a ser personas cohibidas e introvertidas).
Y además, como aquí no hay industria, las productoras asumen que tampoco hay directores competentes (de esos que resuelven todos los problemas que surgen durante un rodaje), y por lo tanto, los guionistas que ya están contratados, tienen que estar disponibles durante la realización del proyecto, pues se les pide que hagan cambios en el guión para solventar algún imprevisto que surgiese durante el rodaje.
Con este panorama, vi claro por qué la producción en España es de carácter clónico. Cada vez que aparece un guionista con ganas de innovar, de hacer algo nuevo, de crear cierta industria, se desprecia su trabajo, al considerarlo poco rentable, o no es valorado por culpa de una presentación pésima, o en última instancia, se modifica por culpa de una dirección incompetente.
Por estos motivos, decidí dedicarme a la escritura, porque al parecer, aunque reboso de imaginación, mis proyectos no son rentables, y por lo tanto, a mí me resulta más rentable ser escritor de novelas que de guiones.
Ah, y por cierto, para que me resulte rentable, necesitaré lectores.
Lean "El Polizonte del Philadelphia". No se arrepentirán.

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